jueves, 5 de septiembre de 2013

El chala de la gente

  El hincha argentino es muy especial, pasional, fanático, vanidoso e insatisfecho. Si tiene a Messi, lo compara con Maradona, cuando estaba Diego lo comparaban con Pelé, no faltaba el viejo que decía: - ah pero ustedes no sabían lo que jugaba el Charro Moreno!!. Somos así, es parte de nuestra idiosincrasia.
  En la zona de rememoran algunos nombres épicos: el “Bambi” Flores, el “ruso” Strak, Felipe Becerra, Miguel Batalla, etc y algunos más veteranos hablan de Tito Padín. Hay muchas glorias. En las épocas más cercanas, las de fotos a color, hay un nombre que sobresale entre los mortales que jugaron en nuestras canchas: Pablo Ariel Parra.
  “El Chala” ese chiquito que apareció a los 16 años haciendo goles en la B Nacional definía como Messi: la cuchareaba de emboquillada (hoy le dicen vaselina) y lo hacía con suma naturalidad. Era un jugador distinto y nuestro, de la cantera rionegrina. En tiempos donde se jugaban torneos durísimos donde los grandes del interior se peleaban por uno o dos cupos en el Nacional B, “el Chala” regó de magia los ojos y los corazones de hinchas que, Incrédulos veían como este hijo pródigo del club albinegro se fue trasformando en el máximo goleador de Cipolletti en torneos a nivel nacional.
  Luego fue a River, pasó por Talleres y Aldosivi. Pero volvió a su casa, en Cipolletti se retiró profesionalmente muy joven. Sin embargo, ya sin la dedicación al 100 % algunos equipos de la región disfrutaron de su talento, Pillmatún, Sapere, Fernández Oro, Villa Iris. Se recuerda un gol a Maronese con el humilde Fernández Oro cuya mención llena de lágrimas a los fanas del trueno verde. Hizo exquisitas definiciones, goles hermosos, goles dolorosos (uno con Talleres y otro con Aldosivi), goles cumbres (es el máximo goleador de los clásicos entre Cipo y Deportivo Roca), goles épicos (como el gol de media cancha ante Alvarado). Pero no fueron sólo los goles, el juego del Chala iluminaba las almas futboleras, su pegada como un poema con la pelota, su talento era un imán para las miradas, su magia lo hizo leyenda viviente de nuestro fútbol.
  Porque un golazo alegra, muchos goles provocan euforia, cuando a los goles se le suma fantasía, la hinchada se enamora. Si esa figura es además del club se transforma en ídolo. 

  Algunos hinchas insatisfechos lo criticaron, porque a los más grandes siempre los exigen; algunos no le perdonaron goles recibidos, pero nadie puede negar su talento, la inmensa eficacia goleadora ni las alegrías que supo generar con su fútbol. Los que vimos tus goles, los que disfrutamos tus lujos, los que compartimos alegrías y tristezas desde este lado del alambrado, ahora que el tiempo pasó, sólo tenemos una palabra para describir las sensaciones que despiertan tantos recuerdos: GRACIAS, gracias por la magia, gracias por las emociones, gracias por tanto fútbol.



 (Texto homenaje a Pablo Ariel Parra)
CJQ

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